Una historia de amor

Nuestro encuentro fue fortuito. Ella no debía estar allí, ella no pertenecía a ese lugar. Quizás en otro momento, o en otras circunstancias, pero no ese día, no señor... Me sorprendió su vaivén, me inquietó su destino final. Creí que no se detendría, que simplemente me ignoraría. Pero para mi sorpresa, para mi más gratísima sorpresa, debo decir, se mantuvo a mi lado. Su tamaño no le permitía acercarse a ese tesoro que deseaba, entonces debió ponerse en cuclillas. Se aproximó tanto que quienes la rodeaban comenzaron a querer evitar que su objetivo fuera logrado. Ella ignorando por completo esos llamados de atención, siguió con su cometido. No me molestó que lo hiciera, ni siquiera entendí bien los motivos de los adultos para alejarla de allí. Con tan solo deslizar mi mano por su pequeñísima espalda, bastó para que entendiera y se percatara que era a ella a quien se dirijían esas voces fuertes. Sin saber su nombre, logré tener su completa atención. Pero no fue es...