¿Qué nos diferencia?

La clase transcurría, increíblemente con mucho silencio. Aquel grupo no era el de los más tranquilos. Muchas miradas, muchas intrigas, muchas ideas, pocas edades, gran alboroto. Así sucedía comúnmente.
No aquel martes.
Todos estaban atentos a mis palabras, copiaron, armaron grupos y se dispusieron a trabajar. 
En mi mente, vagaba la idea de tus palabras. Estaba convencida de que algo debía comenzar a hacer, no podía dejar pasar más los días y permitir que ciertas molestias se agravaran. Ellos no debían enterarse de mis planes, simplemente influir en ellos como guía de lo que esperaba fueran sus respuestas. 
Allí me encontraba yo, detrás del escritorio, como protegiendo mi ataque, como en observación de mi campo de batalla. Por un momento pensé:  ¿qué es lo peor que puede pasar?...y a partir de allí comenzó mi labor.
Les indiqué dejar lo que estaban haciendo, tarea que no los disgustó demasiado. Solicité que se pararan en sus lugares y armaran una ronda. Así fue como quedaron todos dispuestos y enfrentados con el resto del grupo.Pasé a contarles que en esta actividad debían mantenerse en silencio, y que cada cual iba a responder por sí mismo, es decir, que nadie tenía que hacerse cargo de las características de ningún otro, más que de sí mismo. Entonces comencé a nombrar caracteres que identificaban al grupo  en general, otros que les eran comunes a algunos pocos, otros en los cuales había variado número de participantes. Como era de esperarse, les costó mantenerse en silencio, y esto provocaba algunas risas cómplices entre ellos. Además también pude ver que con cada tópico nombrado, buscaban el referente preponderante del grupo. Varias cosas pasaron allí. Algunos de quienes se esperaba un paso al frente, reconociéndose en la característica nombrada, no daban el tan preciado paso, por vergüenza, por falsa modestia, o vaya a saber por qué. Otros sentían la imperiosa necesidad de incitar a sus compañeros a hacerse cargo de lo que se nombraba, desoyendo una de las pautas planteadas en un primer momento. Pedí que contestaran la última consigna, y sin darme cuenta, oprimí el botón que estaba buscando. Allí comprendí que todo lo que hagamos, además de estar completamente influenciado por nuestras pre concepciones  por nuestros objetivos, también e indefectiblemente nos da una respuesta. En este caso, la más maravillosa de todas, había logrado un equilibrio entre enseñar y aprender. Mientras yo pensaba en dejar una huella en sus vidas, en realidad fueron ellos los que marcaron la mía para siempre. 
Volviendo a casa, guardé celosamente el tesoro que me habían entregado un rato antes. 

Comentarios

Entradas populares de este blog